domingo, 11 de agosto de 2013

La mirada encendida de Bernardo Esquinca

¿Qué es La mirada encendida? Es la primera obra literaria del ya reconocido escritor mexicano Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) y es, también, el primer libro que leo de él, a pesar de conocer su reputación de autor fantástico y de terror (uno de los veintiúnicos que tiene el país). El librito (apenas tiene 94 páginas y está compuesto por minificciones) está editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro. La publicación es de 1993; veinte años desde su publicación no es poca cosa. Sin embargo, a la manera de Galileo, algo se mueve dentro de esta bestia…

Y se mueve mucho. Las minificciones que conforman La mirada encendida se pasean entre los territorios del propio género (relatos un poco irreverentes y con toques fantásticos), hasta llegar a rozar la narración mitológica y paradisíaca. Si lo comparamos con algún otro libro de minificción encontraremos similitudes con Paraíplos de Ricardo SEl Rehilete de Armando Gutiérrez Méndez (Fictica), ambos publicados posteriormente. Lo que quiero decir con esto es que La mirada encendida sigue siendo tan vigente como los cuentos que se publican en la actualidad. Este libro de Bernardo Esquinca podría estar publicado en Ficticia sin ningún problema; es más, se podría haber publicado ayer mismo. Aquí el paso del tiempo se detiene, no hay coyuntura sociopolítica, no hay sexenios ni violencia ni narcotráfico ni salinismo... ad infinitum. Lo que sí hay es sinceridad, y eso se agradece muchísimo cuando se habla de literatura.
igala (Ediciones Arlequín), o tal vez con

La pequeña obra de Esquinca está conformada por dos cuentarios, uno es “La mirada encendida” y el otro se llama “Historias de la calle alucinada”. En el primero hay más historias de amor y de deseo que en el segundo, pues este último sitúa las narraciones en "la calle", en lo que sucede en ese territorio que a veces nos puede parecer tan ajeno, aunque sea de todos. Quisiera hacer una acotación: alguna vez escuché o leí que, para la mayoría, un cuento es un primer paso hacia la novela; pero, en realidad, este género se asemeja más a la poesía. La afirmación, que no es mía, no puede quedar mejor que en los relatos de La mirada encendida. Aquí hay prosa, es cierto, pero es tan poética que a veces se nos olvida que estamos leyendo un cuento. Las historias corren entre nuestros dedos como mercurio místico. Aparentemente se ha ido, pero una parte de la piel ha quedado contaminada por su contacto corrosivo, por las palabras atrapadas entre el place y la profunda tristeza. Leer La mirada encendida es como fumarse un poco de marihuana poética, como drogarse con algo de poesía maldita posmoderna (whatever it means). Si La mirada encendida fuera una bebida, sería una mezcla de Absinth con Coca-Cola. Extraña pero pegadora.


Cito: "Claudia, Claudia", Escuchas que alguien dice. Una voz pegada a tus oídos. Pero tú no eres Claudia y tiemblas al escuchar esa terca voz que te llama con otro nombre. Por encima de las casas se asoman las torres de un templo, la silueta de una ciudad pensada por la madrugada. Los pasos detrás de ti están cada vez más cerca”. Segundo párrafo perteneciente al relato “Pasos en la madrugada”. Lector, si esto no es poesía narrada, entonces dispáreme en la cabeza con toda la mala leche de la que sea capaz, no me haga caso, deje de leer esta reseña y nunca, nunca, busque a Bernardo Esquinca, y mucho menos a este bello cuentario que de tan mítico, casi parece desaparecer de la faz de la memoria literaria. 

jueves, 1 de agosto de 2013

Bienvenida


Sidney Sime - Slid
Le doy la bienvenida a cualquier ser, lector, escritor, curioso, damisela en peligro, yonqui, hippie, nerd, geek, deep-one, gótico, metalero, musicólogo, becario, etc., que desee leer los comentarios que me merecen algunos libros que van pasando por mis ojos y mis manos. Salpimentaré todo ello, lo prometo, con algunos pensamientos sobre algún ámbito cultural, político, sociológico o venéreo que se me ocurra.


Las publicaciones saldrán, espero, periódicamente. Cualquier comentario, sugerencia, mentada de madre, o halago, se recibe con gusto en los comentarios.

Y ahora sí, el Ningunario brota del huevo.